Por qué nos cuesta tanto desconectarnos de la tecnología

foto_gemaGema Oyarzun

Diseñadora Full Stack de Raya

Desde hace unos años hemos visto cómo la gama de dispositivos para conectarse a internet ya no sólo se limita a smartphones y computadores. Ahora se han incluido los televisores con conexión a wifi, electrodomésticos inteligentes con control a distancia e incluso los smartwatch o relojes inteligentes, que cada vez se vuelven más populares.

El incremento de estos aparatos en nuestras vidas no es ninguna sorpresa, considerando la variedad de tareas que se pueden realizar con ellos y la interconectividad que permite sincronizarlos entre sí, facilitando el intercambio de información de uno a otro. Debido a esto, la idea de desconectarnos más de una hora al día puede parecer compleja. Sin embargo, es importante darnos un tiempo para descansar de estas tecnologías y de los estímulos que nos proporcionan.

El Día de la Abstinencia Digital propone volver a poner en la mesa este tema y reflexionar sobre los tiempos en que estamos conectados a estas tecnologías, además de tomar consciencia sobre lo que las vuelve tan adictivas y qué podemos hacer ante esto.

Quizás de todos los dispositivos que tenemos a mano, el que más nos cuesta dejar es el celular, un elemento que se ha vuelto indispensable en nuestra vida cotidiana y que muchas personas probablemente no sueltan ni siquiera al momento de dormir. Según un estudio realizado por la consultora Ipsos el año 2021, el 89% de los chilenos utiliza su teléfono móvil diariamente, pasando un promedio de 5 horas y 25 minutos al día en sus dispositivos móviles.

¿Qué es lo que origina esta dependencia? Kate Moran y Kim Salazar, de Nielsen Norman Group, relacionan este fenómeno con lo que llaman el “Vórtex”, un patrón de comportamiento en que se comienzan a navegar con una acción en mente y que luego se transforma en una seguidilla de interacciones no planificadas. En palabras simples, es cuando sacas tu celular para revisar la hora, y al ver que tienes notificaciones pendientes, pierdes el foco del objetivo inicial para saber qué hay de nuevo en tus aplicaciones.

En este ejemplo se puede notar el poderoso efecto que tienen estos mensajes en nosotros, al punto de generar en algunos casos ansiedad si quedan sin revisar. De hecho, un estudio de Tren Digital señala que el 90,5% de los participantes refirió distraerse cada vez que escuchaba su celular vibrar o sonar producto de una notificación.

Sin embargo, lo que nos deja navegando por horas en nuestros dispositivos es el “contenido infinito” de las plataformas que utilizamos y que generan el deseo inconsciente de no perderse lo más reciente en productos, información, entretenimiento, etc.

¿Qué podemos hacer ante este problema que parece afectarnos a la mayoría? El primer paso para dejar la dependencia a estos dispositivos es limitar las notificaciones. Actualmente, la mayoría de celulares ya cuenta con una función para desactivar estos mensajes de alerta de forma selectiva para las aplicaciones de menos uso o que no aporten información relevante. Además, estas plataformas también cuentan en su configuración interna con la opción de desactivar cierto tipo de notificaciones. En el caso de WhatsApp, se pueden silenciar los chats.

El segundo paso tiene que ver con limitar los tiempos de uso. En el caso de los celulares, ya existen algunas aplicaciones que ayudan en este objetivo, como Appblock, que permite bloquear temporalmente algunas plataformas. O Your Hour, que monitorea el tiempo en el celular y ayuda a conocer el “grado de adicción” por medio de niveles. Por su parte, Forest puede definir rangos de tiempo en los que no se deben usar ciertos dispositivos.

Si bien el Día de la Abstinencia Digital es una buena instancia para empezar a poner a prueba estas prácticas que nos ayudarán a desconectarnos de los dispositivos tecnológicos, lo ideal es que esto sea un hábito que se mantenga a largo plazo y que nos permita disminuir nuestra dependencia a estar navegando constantemente, para disfrutar de otros estímulos físicos y de la compañía presencial de nuestros seres queridos.