“Un viaje espacial” es un cuento digital que utiliza la fantasía y la metáfora para ayudar a niños y niñas a comprender, con ternura y claridad, la experiencia de tener a un familiar en la UCI. Una herramienta emocional para abrir conversaciones difíciles desde el amor y la esperanza.
Martín tiene un abuelo que no está bien. Lo han llevado a una misteriosa “estación espacial”, donde máquinas, luces y sonidos se mezclan con la incertidumbre. En vez de tubos y monitores, hay trajes de astronauta, misiones especiales y un viaje hacia las estrellas. Así comienza “Un viaje espacial”, el nuevo libro digital de la psicóloga clínica Catalina Sepúlveda Sáez, que busca explicar a niños y niñas, desde la ternura y la metáfora, lo que significa que alguien querido esté en una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI).
Disponible de manera gratuita en la página psicologiacompartida.com, el cuento es mucho más que una historia ilustrada: “es una herramienta sensible, valiente y necesaria para abordar el dolor desde el poder transformador de las palabras. Los niños son seres pensantes y sintientes. Aunque muchas veces intentamos protegerlos del dolor, ellos lo perciben igual. Merecen ser incluidos, comprendidos y acompañados también en los momentos difíciles”, dice su autora.
Sepúlveda —formada en la Universidad de La Serena y con un posgrado en la Universidad de Alcalá de Henares, España— ha trabajado por años en una UCI, acompañando a pacientes y familias en momentos críticos. De ahí nació su motivación para crear este relato. “Vi muchas veces lo difícil que era para los adultos explicar a un niño por qué su madre, abuelo o hermano no podía estar en casa, por qué estaba rodeado de máquinas o no podía hablar. Sentí la necesidad de crear un puente de comunicación”, explica.
Un cuento para abrir conversaciones
En “Un viaje espacial”, la UCI se transforma en un entorno más comprensible y menos intimidante. La historia gira en torno a la imaginación de Martín, quien interpreta la hospitalización de su abuelo como una aventura intergaláctica en la que necesita recuperar fuerzas para volver. “El espacio tiene esa cualidad mágica y lejana que se asemeja a lo que un niño siente al ver a alguien querido en la UCI. Usar esta metáfora me permitió hablar de temas muy complejos con delicadeza y sin perder profundidad”, comenta Sepúlveda.
La historia, dirigida a niños y niñas desde los 5 años, también está pensada para ser leída en familia o con el acompañamiento de profesionales de la salud, psicólogos y educadores. “No todos los viajes espaciales terminan con un regreso a casa”, dice Sepúlveda. “Algunas misiones concluyen con un viaje hacia las estrellas. Quise incluir esa posibilidad de despedida con cuidado, porque también es parte de la vida, y los niños tienen derecho a saberlo desde un lugar de amor”, sostiene la fundadora del sitio especializado psicologíacompartida.com
Amor, verdad y presencia en momentos difíciles
El cuento busca validar emociones como el miedo, la tristeza y la incertidumbre, pero también abrir espacio a la esperanza. Para la autora, uno de los aspectos más relevantes del libro es cómo puede ayudar a generar conversaciones necesarias en entornos familiares complejos. “Muchas veces los adultos no sabemos cómo explicar a un niño lo que está ocurriendo. Este cuento ofrece una historia que puede leerse juntos, que permite hablar desde el simbolismo y a la vez con verdad”, afirma.
La experiencia de Sepúlveda en cuidados intensivos también la ha llevado a cuestionar la habitual exclusión de niños y niñas en los procesos hospitalarios. Defiende con fuerza su presencia en visitas a la UCI. “Permitir que un niño visite a un ser querido en cuidados intensivos no solo es un acto de compasión, es un acto de profundo respeto. Ellos también sostienen, también cuidan, también transforman el dolor en amor activo. Ver, comprender y estar presentes puede ayudarles a procesar mejor lo que ocurre”, indica.
Una invitación a leer y sentir
Más allá de su propósito terapéutico, “Un viaje espacial” es una historia cálida, escrita con sensibilidad, y que recuerda algo esencial: que el amor puede viajar más lejos de lo que imaginamos, incluso hasta una cama de hospital rodeada de máquinas.
“Espero que quienes lean este cuento —niños, niñas y adultos— recuerden que podemos ser valientes incluso cuando tenemos miedo. Que hablar de lo que duele no nos destruye, nos humaniza. Y que hay ternura incluso en los momentos más inciertos”, concluye Catalina Sepúlveda.
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